El misterio del Yeti o abominable hombre de las nieves.


El Yeti o el abominable hombre de las nieves está siendo acorralado, acosado por la ciencia. Cada pocos días se descubren   especies nuevas de animales que ni siquiera sabíamos que existían. Especies en lugares recónditos del planeta, en lugares donde el hombre aun no ha alterado el ecosistema y que tampoco ha sido explorado.

Posiblemente uno de los lugares menos investigado del planeta, sea la cadena montañosa del Himalaya, donde al parecer se encuentra un animal o humano diferente, inteligente y que se mimetiza con el ambiente frío y desolador. No existen pruebas seguras 100%, pero sí miles de avistamientos, de testigos que coinciden en la descripción de este misterio. Por eso, ahora la ciencia, va intentar dar caza al Yeti... pero no será fácil.

Con aspecto simiesco pero grande como el Gigantopithecus de 3 metros de altura y con una capa de pelo blanco, el Yeti podría ser un gran mono huidizo pero inteligente. Otras características son su resistencia y su descomunal fuerza, capaz de partirle el cuello a un yak y comerse sus entrañas (según afirma una pastora de la zona). En sus huellas, de 45 cm de largo han encontrado el primer argumento para iniciar la busqueda de este ser, quizá el más buscado de toda la historia.

Un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford se ha metido a fondo en la búsqueda del abominable hombre de las nieves utilizando las técnicas más avanzadas vistas hasta ahora. Por otra parte, otros científicos del Reino Unido y Suiza realizarán pruebas de ADN a las muestras recogidas a lo largo de los años para esclarecer si la leyenda del Yeti es real.

Los resultado, si dan afirmativo o no, llevará mucho tiempo, pero parece extraño que sea justamente ahora cuando tantos científicos presten atención a un misterio que se conocía desde hace cientos de años. Quizá por las numerosas evidencias y pruebas testimoniales o por construir una cortina de humo para despistar a la población de otros problemas, no deja de resultar, cuanto menos sospechoso, el creciente interés en descubrir al Yeti.

En fin, son varias las explicaciones que se dan a este gran enigma. Algunos piensan que el Yeti, eran ejemplares humanos... serían los últimos aborígenes de esta tierra inhóspita. Otros piensan que pudo ser un antepasado de los humanos modernos, una especie de  Gigantopithecus o de Ramapithecus. Los que viven en esta parte del mundo, dicen que existen varios Yetis: algunos más grandes y corpulentos que otros...
Estas mismas personas dicen que han sido atacados, que los han visto matar animales, amenazarles sacándoles los dientes y desaparecer en una tormenta de nieve. Fascinante.

Yo personalmente, espero que si de verdad existe, no lo descubran. Porque si lo hacen el Yeti será pasto de la curiosidad irresponsable del hombre moderno. Miles de investigadores, curiosos, cazarrecompensas, o coleccionista de todo el mundo inundarán como plaga estas montañas y lo cazarán como animales hasta que por fín, solamente podamos verlos en zoológicos. Espero que no lo encuentren para que sólo aparezca por casualidad a algún afortunado y de vez en cuando.

Os aconsejo veais este vídeo.

La Maldición de Tutankamón.


En nuestro inconsciente colectivo se ha escrito a fuego y espada un  "mandamiento" transmitido por el miedo y la superstición: NO MOLESTARÁS A LOS MUERTOS.

Entrar en la sala principal de uno de los más grandes hombres del antiguo Egipto, y abrir el sarcófago debería ser terrorífico y, aunque se hiciera por personas lógicas y científicas, seguramente en su mente habría una pequeña mancha oscura, amenazadora e irracional; una mancha que se hizo más grande y se apoderó de ellos cuando vieron como muchos de los que entraron en la sala principal del faraón... murieron. Hablamos de la Maldición de Tutankamón.

Aparte del miedo que pueda suscitar todo el tema de la muerte, desde el antiguo Egipto, se originó la creencia de que todo aquel que entrara, saqueara (por los ladrones) las tumbas serían castigados por la furia de los antiguos dioses. 

En la década de los 20, el famoso egiptólogo Howard Carter descubrió la existencia de un faraón hasta entonces desconocido en una tumba que se suponía intacta en el Valle de los Reyes. Se trataba del faraón Tutankamón, un faraón que reinó de 1336/5 a 1327/5 a. C. y que hasta ahora, es la tumba mejor conservada de todas las tumbas faraónicas.

Pero su descubrimiento también reveló una realidad que más de uno hubiera preferido no conocer. En pocos meses murieron varias personas y sucedieron hechos inexplicables y en la prensa Inglesa se decía que antes de derribar el muro de la sala donde se encontraba el sarcófago, se podía leer: LA MUERTE VENDRÁ SOBRE ALAS LIGERAS AL QUE ESTORBE LA PAZ DEL FARAÓN.

Primeramente el mecenas de la excavación, Lord Carnarvon, fue picado por un mosquito produciéndole tal infección que murió a los pocos días. Casualmente, y después de estudiar el cuerpo de Tutankamón, se descubrió que también tenía una herida justo en la misma parte del cuerpo que el picotazo del mosquito que mató a  Carnarvon.

Audrey Herbert, que estuvo presente en la apertura de la cámara real y era el hermano de Lord Carnarvon, murió inexplicablemente a la vuelta a Londres. De forma fulminante e inesperada cuando era un hombre que gozaba de una salud excelente.

El señor, Arthur Mace, el hombre que dio el último golpe al muro, para entrar en la cámara real, murió en el Cairo poco después, sin un motivo médico que explicara su fallecimiento.

Muerte por mordedura de una cobra, repentinos infartos en personas saludables o por enfermedades raras, o por otras causas misteriosas,  se cobraron la vida de 21 personas más, todas ellas estuvieron en contacto con el cuerpo del Faraón.

Los restos del faraón Tutankamón se consevaron en el museo del Cairo, y la maldición no se cobró más víctimas hasta que se volvieron a manipular para mostrarlos en algún museo de Londres. En 1972 el nuevo director del Departamento de Antigüedades egipcio, Gamal ed-Din Mehrez, afirmó a Philipp Vandenberg que no creía en la maldición: "Fíjese en mí, toda la vida he estado trabajando con tumbas y momias. Seguramente soy la mejor prueba de que todo son coincidencias" Gamal no sabía que decía, murió la noche siguiente a la supervisión del empaquetado de los objetos. Los miembros de la tripulación del avión que efectuó el traslado a la capital británica se vieron también alcanzados por la maldición. El teniente Rick Laurie murió en 1976 de un infarto. Su esposa se volvió loca y contaba a todo el mundo que su marido murió por culpa de la maldición. El ingeniero de vuelo Ken Parkinson sufrió seis infartos y murió en 1978. El oficial Ian Lansdown confesó haberse burlado de la maldición dando una patada al cofre que transportaba la mascara. Se fracturó esa misma pierna al romperse una escalera de hierro y su curación se complicó hasta que pasados seis meses pudo volver a andar. La casa del teniente Jim Webb se incendió mientras pilotaba el avión hacia Londres. Y Brian Rounsfall que se burló junto con Ian de la maldición dedicándose a jugar a las cartas sobre la caja que contenía el sarcófago sufrió dos infartos el año siguiente.

Se ha dicho que había un hongo patógeno que estaba colocado por los antiguos egipcios con el fin de castigar a los ladrones de tumbas. También se dice que eran los gases tóxicos de descomposición de cuerpos orgánicos, pero esto no explicaría la mayoría de las muertes. Coincidencias, maldición, no se sabe. Lo que sí se sabe es que de forma anormal hubo un grupo de personas que murieron o les sucedieron desgracias y, todas ellas, relacionadas por un único acontecimiento: LA PROFANACIÓN DE LA TUMBA DE TUTANKAMÓN.



La leyenda de la Pascualita.

 En la ciudad de Chihuahua, Mexico existe un maniquí que no es como los otros, es un maniquí que dicen es un cadáver embalsamado. El cadaber de una mujer bellísima que según cuentan murió ante el altar el mismo día de su boda.


Por lo visto, la Pascualita (el nombre que recibe la maniquí) fue la hija de la tendera. Toda la vida la pasó en la tienda y sirvió a su madre como modelo de todos los trajes de boda que confeccionaba. Estos trajes adquieron la fama que aquella mujer que se casara con uno de los trajes probados por la Pascualita, sería una mujer feliz.


Pero el destino cruel, pasó factura a tanto glamour, a tanta fama y a tanta belleza. El mismo día de su boda, la Pascualita murió a causa de la picadura de un animal venenoso que se encontraba enredado en el velo de su vestido. Fue ponérselo y murió.

Tan bella era que, la madre (la dueña de la tienda) mandó embalsamarla para que su belleza se hiciera inmortal y la vistió con el bestido nupcial.

Se dice que, por la noche, mientras la tienda permanece cerrada, la Pascualita se mueve, cambia de posición y sale a la calle. Y que además cuando pasas a su lado, te sigue con la mirada.

Se dice que no dejan que nadie la toque. Pero en el siguiente vídeo el cámara se ha acercado tanto que se pueden observar algunos detalles que dan que pensar. Para mi, SÍ es cierto que más que un maniquí de plástico es una mujer de carne y hueso.





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